El paseante

Hampstead (Foto: Alfonso Hernández-Torres)

    Todavía quedan en la librería de Mayfair G. Heywood Hill LTD del número 10 de Curzon Street algunas palabras en el aire de cuando trabajaba, a finales del siglo XX, la novelista Julie Truman. Siempre pensé que el aire retiene sonidos y tal vez, entre las estanterías de esta tienda se escuchan las voces de los que pasaron por este espacio. Es posible, que la escritora se escapara por Green Park para respirar un poco y desconectara de la monotonía diaria, de la misma forma que lo hacía tantas veces el protagonista de nuestra historia. Antes de escaparse a The Chesterfield pub que le quedaba tan cerca y beber su copa de coñac donde imaginaba que la novelista llegaría en cualquier momento. 

    Telmo vivía en un apartamento de Mount Street Garden y tenía un jardín para él solo. El suficiente silencio para poder tranquilizarse de tanto estruendo y cerca de una iglesia católica, Catholic Church of the Inmaculate

    Algunas tardes el paseante iba al Royal Automobile Club y se quedaba apoyado en los balcones que asomaban a Pall Mall, allí se encontraba con algunos de sus amigos, Mike que vivía en Lancaster House y Kieran que vivía en el Palacio de St. James, no podía tener amistades más ilustres, con muchas historias que contar y despreocupados por no tener una vida ocupada. El club era el punto de encuentro de los tres y los balcones no dejaban de ser un lugar en el que conectaban con el resto del universo, hablaban de cómo arreglar el país y observaban a la gente que andaba de una forma precipitada por aquella calle. En Londres, siempre parece que se va tarde a todos los lugares y a ellos les gustaba ver cómo el resto de los mortales tenía que correr como si los estuvieran persiguiendo. Continuaban sus conversaciones hasta altas horas de la noche que comenzaban en el club y terminaban en el The Westminster Arms cruzando St James Park. 

    Aquella noche Mike y Kieran vieron a Telmo más preocupado de lo habitual, y aunque le preguntaron qué le ocurría siempre guardaba un silencio incómodo natural del que no quiere contar absolutamente nada. No obstante, abrieron una botella de barbaresco y Telmo comenzó a contar la historia con Julie. En voz baja dijo: buscaba libros raros en Benjamin Spademan y el librero me aconsejó que fuera a Cecil Court y sus librerías de segunda mano. Seguramente me encontraría con el libro de la escritora inglesa ya descatalogado. Quería encontrar todos los títulos de su obra, mi colección tenía que estar completa, algunos los he leído, pero otros todavía no los he encontrado en mi ardua búsqueda. Cuando salí de la librería de libros raros comencé a caminar por Duke Street y comencé a ver reflejado mi rostro sobre los escaparates de la galería de Rafael Valls, allí fue la primera vez que vi como una mujer me acompañaba en mi camino, caminaba a mi lado, incluso me dio la mano. Llevaba un vestido azul y en su rostro podía comprobar el paso de los años bien llevados. La invité a comer en el Maison François y pasamos la hora de la comida hablando de literatura. Aproveché que tenía que ir al baño para pedirle la cuenta al camarero, cuando volví la misteriosa dama había desaparecido. 

    Kieran y Mike se miraron desconfiados y no daban crédito a lo que estaban escuchando. Telmo había bebido demasiado y Mike decidió que era mejor que esa noche durmiera en su casa. Cuando llegaron al callejón de Milkmaids Passage Telmo comenzó a gritar: ¡Ella está aquí, está con nosotros! Kieran le secó el sudor de su frente con un pañuelo y continuaron su camino a Lancaster House. Cuando llegaron a la casa se dieron cuenta de que Telmo ya no llevaba sus zapatos. 

    Mike le había comentado al personal que trabajaba en su casa que le llevara el desayuno a su invitado. Telmo se había despertado y estaba desesperado en la habitación porque no encontraba sus zapatos. Mike le prestó unos zapatos de su hermano menor y lo acompañó a la zapatería John Lobb de St james Street. En la zapatería les atendió un señor mayor que tenía el aspecto del que en su vida anterior había sido el mayordomo de la casa real británica. Sacó varios modelos de zapatos y le invitó a que se sentara en una silla de montar a caballo del rey español Alfonso XIII. 

    Telmo comenzó a dar patadas como si se encontrara encima de su caballo y con una voz seductora dijo: ¡Ven conmigo Julie, yo te llevaré a donde tú quieras! En ese momento Mike le dio una bofetada y Telmo continuaba con su discurso: Julie, te ayudo a bajar del caballo, espera que me ponga los zapatos, esta tarde nos iremos a St Lukes and Christ Church en Chelsea. 

    Mike le pidió disculpa al comercial de la tienda y le pagó los zapatos que había elegido Telmo y decidió llevarlo a su psicoanalista, fuera de las calles de Saint James. Tenían que adentrarse en el barrio más pequeño de Londres, Islington. Había conseguido cita esa misma mañana en la consulta que tenía el médico en Clouderley road. Cuando llegaron a la calle, Telmo le dijo a Mike: yo he estado aquí antes, aún quedan las sombras de unas bicicletas aparcadas que siempre se encontraban frente a esta casa y las pintadas improvisadas que dejé en el muro. Porque allí, Julie siempre lo esperaba. 

    El psicoanalista le pidió que se sentara en su diván y le pidió que le contara cómo había conocido a Julie. Telmo comenzó a contar su historia: En aquel tiempo frecuentaba el Pickwick club, un club privado en Lyndhurst Gardens y decidí ir con algunos miembros del club a Kemwood House en Hamstead. En los jardines del café estaba Julie leyendo un libro,

    ¿cómo continuó la historia? ¿Qué pensáis qué ocurrió en Hampstead entre Telmo y Julie? ¿Cómo fue la conversación? ¿Qué hicieron después los protagonistas?
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me acerqué y le comenté si me podía sentar a su lado. Ella sorprendida, pero a la vez amable me dijo que podía sentarme junto a ella porque sabía que el café estaba muy lleno y no iba a encontrar una mesa libre. Yo le pregunté que si era inglesa y ella me comentó que su familia había venido desde Turquía a primeros del siglo XX y ella ya había nacido aquí. Su padre trabajaba en The Royal Philatelic Society de Londres en la que se encontraba la Phitaletic Collections y después de su muerte había decidido escribir su propia biografía, no la de su padre sino la de ella misma. 

    ***Acababa de confirmarse el estado de alarma, Telmo y yo íbamos a cenar esa noche en casa y cuando encendimos la tele pudimos ver el mensaje de la reina Isabel II, teníamos que estar confinados. Vivíamos juntos en el barrio de Islington, muy cerca de Canonbury Square.*** (Atrapados en la ciudad de Julie Truman)***

Comentarios

Babisnos79 ha dicho que…
En los jardines del café estaba Nancy leyendo un libro, Telmo caminó hacia ella y empezó a hablar con ella. Telmo preguntó a ella sobre su libro y unos minutos después descubrieron que ambos amaban el mismo género de literatura.

La química entre Telmo y Nancy era evidente, Telmo le dijo: ” ¿Por qué no vamos a tomar algo en el pub las manos del rey?”. Y Nancy lo dice, Sí, ¿por qué no? Podemos continuar nuestra conversación de literatura y tal vez comer pescado y patatas fritas.

En “las manos del rey” pasaron mucho tiempo, y cuando el camarero anunció que el bar estaba cerrado decidieron ir a la casa de Nancy. Cuando llegaron a la casa de Nancy, para su sorpresa Telmo descubrió que Nancy vivía en un palacio de árbol.

En esta hora Nancy empezó a brillar y abrazó a Telmo con sus alas y volaron a su cama …
ThomasYJohn ha dicho que…
En los jardines del café estaba Nancy leyendo un libro...
Telmo fue a hablar con Nancy, pero Nancy está ocupada leyendo su libro.
Nancy vió a Telmo y le dijo “¿Dónde estabas? Estoy esperándote hace una hora, pero estoy feliz que estás aquí.”
Telmo le dijo:, “Estamos en el paraíso porque estamos juntos, mi amor. ¿Quieres dar un paseo y hablar un poco? Toma mi mano, vamos”
Y Telmo le dijo a Nancy que a él le encantó su último libro, pero Nancy se sorprendió, ya que no había escrito ese libro.
En este momento, Telmo se dio cuenta de que todo fue un gran sueño y se despertó sin zapatos.

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