Nadar, un placer para los sentidos

(Imagen de puntofape.com)

Cuando nadamos nuestro cuerpo se desliza por el agua, respiramos, el agua nos acaricia y sentimos una sensación de paz y tranquilidad. Hay momentos que nuestro cuerpo se relaja tanto que no sentimos el esfuerzo. Nos hace contactar con la naturaleza, todo fluye, las energías se renuevan.

Hace unos años tuve la suerte de redescubrir este deporte, un horario establecido que me obligaba a una rutina que cada vez fue menos rutina, la voz del profesor se perdía en el silencio del agua y cada vez los movimientos se hacían más perfectos. La sensación era cada vez más placentera porque servía como propia terapia del trasiego diario, donde había espacio para dialogar conmigo mismo y soltar todo lo que había pesado más ese día, la naturaleza me ayudaba a dejar fuera todo que aquello que no me hacía sentir bien, la hora pasaba muy rápido y solamente la voz del profesor marcaba el final de aquel viaje a mi interior.

Una sugerencia para nadar en la ciudad, visita: natacionenmadrid y para los que viven en Ciudad Lineal , Salamanca por Fuente del Berro

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