Desasosiego de sosegados

(Niágara, frente al Lago Ontario, 2006)

"Me sentí inquieto ya. De repente, el silencio había dejado de respirar...Me latió la garganta. Mi conciencia sólo vio un borrón de tinta en el papel."
PESSOA, F. Libro del Desasosiego, Seix Barral, Barcelona, 1996

Hay días en los cuales nos falta la respiración, aunque pensemos que puede ser una labor sencilla, a veces nos ahogamos en el misterio de nosotros mismos, en nuestro propio Yo, en nuestro gran desconocido que vive en el mundo abstracto del pensamiento, donde la imaginación se desborda para llegar a lo sublime, aquello que no podemos explicar con palabras porque el lenguaje no puede expresar nuestro espíritu.
Siguiendo a Edmund Burke (1729-1797), que se apoya en las reflexiones de Addison, en su “Investigación filosófica en torno a lo sublime y lo bello” nos intenta explicar que lo bello es aquello que despierta en nosotros amor, un cierto sopor, una cierta relajación. Enuncia cuales son estas condiciones, “la pequeñez”, “las variaciones no abruptas”, “la delicadeza”, “el colorido claro y no oído”.
En cambio lo sublime suscita emociones de sufrimiento y de peligro. Estas emociones nos vienen por la magnitud, la oscuridad, la privación o carencia de algo, la dificultad de construcción, la magnificencia y suntuosidad, el estrépito, la sorpresa y el dolor. En lugar de amor, lo sublime provoca asombro. La razón se queda bloqueada, no puede explicarse. Es como si la razón se quedara paralizada, no puede explicar la realidad. El conflicto entre sus extractos espirituales y racionales: queda campo libre para la expansión del Yo emocional. Lo sublime está en desplegar libremente la fantasía y la imaginación, sin llegar a los límites de la racionalidad.
Lo desarrolla también, Blair, (1762), lecturas de retórica y bellas letras, insiste en esta idea “¿Qué escenas de la naturaleza llevan a lo sublime? ... el bosque envejecido y el agua que va por las rocas....”
Kant, en sus Observaciones sobre el Sentimiento de lo Bello y lo Sublime (1764), vuelve a distinguir dos nociones, "las vistas de una montaña, la descripción de una tempestad tumultuosa provocan agrado (bello) pero también terror (sublime)"
Lo sublime es aquello que desborda nuestro espíritu, la batalla que tiene el escritor consigo mismo, las palabras son el único instrumento que tenemos para expresar algo por escrito y así poder comunicarlo. Fernando Pessoa, poeta portugués de nuestro siglo, estuvo gran parte de su vida expresando aquel desasosiego interior, aquella batalla entre el espíritu y la palabra, hasta el día antes de su muerte. El Libro del Desasosiego inédito hasta 1982 es un esbozo de sensaciones, de sentimientos que solo Pessoa a través de su heterónimo Bernardo Soares supo plasmar mejor que nadie.
Si nos dejamos arrastrar por nosotros mismos llegaremos a ver la vida desde otra dimensión. La realidad puede tener muchas caras, podemos hablar de soledad como algo realmente triste, pero si le damos la vuelta podemos encontrar algo totalmente distinto y mucho más positivo que la tristeza. Detrás de la soledad está aquella paz interior que siempre buscamos. Es a este ejercicio al que nos invita Pessoa, descubrir nuevas realidades a través de lo sublime, a través del desasosiego. Es como el ejercicio del pintor que puede pintar la realidad con otros colores, la cuestión está en descubrirlos.
Espero que vuestras mañanas sean tan claras como el agua y que a vuestra vida deis colores, para pintar la realidad y dejarla como nueva. Buscad por debajo de las palabras y más allá de vuestra imaginación tal vez sintáis el aire que respiráis.

Comentarios

Rosalia ha dicho que…
Somos tan pequeños, Alfonso, tan absolutamente pequeños en nuestra existencia que tan sólo en un momento desaparecemos de esta vida.
Será porque estos dias, con lo de la trajedia de Barajas, todo me parece tan mundano, todo esto es tan injusto, que no nos queda otra que intentar vivir.
Como diría un amigo mío de las alpujarras "carpe diem"

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