El Crepúsculo


Mayo llegó como todas las primaveras, ponían agua en las fuentes de todas las plazas, la vegetación le daba otro aire al paisaje; a lo lejos siempre se oían los cantos que había en las iglesias y las golondrinas siempre volvían a los nidos que se quedaban año tras año en los tejados. Era la época de los exámenes finales y con el paso de los años iban cambiando los espacios pero el ambiente siempre era el mismo, la sala de estudio en casa de mis padres, mi habitación en Granada o aquella casa de la rua dos combatentes da grande guerra de Coimbra, la ciudad de la locura, con las subidas y bajadas hacia el Mondego, coronada por la universidad y por aquel reloj que marcaba las horas.

Me quedaba horas y horas contemplando atardeceres desde el Café couraça de Coimbra y escribiendo cartas, a veces en folios amarillos, porque eran los preferidos de Sara, aunque después me preguntó ¿por qué me escribes en folios amarillos? o tal vez desde el mirador de San Nicolás en Granada o en algún rincón perdido del mundo, cabo da roca o a boca do inferno de Lisboa, el puente Carlos en Praga, Visegrad en Budapest o desde la torre de la televisión en Brasilia.

La imagen del crepúsculo la he ido formando a lo largo de toda mi vida, es el mismo cielo de tantos años vividos, incluso recuerdo cuando mi padre me llevaba de la mano y yo le insistía que no encontraba la palabra para hablar del espacio entre el atardecer y la noche, mi padre siempre contestaba a todas mis preguntas, me decía que aquello era el tiempo entre dos luces.

Siempre me ha gustado pasear a esta hora, el final del día, un momento mágico donde poco a poco se llega al silencio. En aquella época vivían al otro lado de la rua do brasil, allí había construcciones muy nuevas y servían de contraste a la ciudad de la locura que siempre permanecía quieta a esta hora, dividida por las vías del tren. Disfruté de aquel instante, entre dos luces, aquello que llamamos el crepúsculo, la hora en la que podemos conseguir mayor concentración, en definitiva el comienzo de todo, todo comienza en los atardeceres.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
El más lindo espectáculo visual del país, el crepúsculo de Brasilia, posee un gran complemento sonoro hace más de veinte años: el programa de la radio Brasília Super Radio FM: “Um piano ao cair da noite.”

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